Sociedad,
Inteligencia y Democracia
Parte I: La concentración
natural de la inteligencia
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La Inteligencia es
el recurso más valioso en la Sociedad Moderna. En la Sociedad de la
Información el proceso básico es el procesamiento de esta. Y para ello se
necesita inteligencia. Y es este proceso el que hace a la inteligencia el
recurso más valioso. Los premios a la inteligencia aumentan y la sociedad se ve
cada vez más estratificada en escalafones cognitivos. Los premios mayores son a
las inteligencias más altas.
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La inteligencia es
fuertemente genética. Es heredable en un 80%. Esto significa que es
prácticamente inmutable a lo largo de la vida. Ningún esfuerzo hecho hasta ahora para aumentarla por medio
de la estimulación temprana ni mediante la intervención escolar ha dado ningún
fruto. Que la inteligencia sea genética en su mayor parte e inmutable significa
que las ventajas que otorga son permanentes.
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Los individuos
tienen la tendencia a casarse o emparejarse con personas afines (“emparejamiento
selectivo”) en sus grupos de pertenencia. Los individuos de alta inteligencia
tienden a emparejarse con individuos de alta inteligencia
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Los hijos tienden a
heredar el rango de inteligencia de sus padres y el de su grupo familiar.
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Este proceso está
creando una elite cognitiva (un continuo cognitivo con una elite de alta
inteligencia en uno de sus extremos) que goza y gozará de las mayores ventajas
y los más altos premios sociales.
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El progreso de la
sociedad (países) dependerá cada vez más de esa elite cognitiva, siempre y cuando,
la sociedad esté basada en un sistema de libertad, abierto y competitivo
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La desigualdad de
premios entre los más inteligentes y los menos se mantendrá o, con más probabilidad, se acrecentará,
pero el bienestar general aumentará
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Precaución: Coartar
la formación de esa elite cognitiva implicará el estancamiento y decadencia de
la sociedad. Si en nombre de la igualdad se limitan los premios para los individuos
de alta inteligencia (la elite cognitiva), toda la sociedad (sus miembros) se
verá afectada con estancamiento y decadencia. Sin embargo, a las personas de
notoria baja inteligencia y que debido a esta circunstancia lleven un muy bajo
nivel de vida, se les debería ayudar y producir una cierta redistribución de
ingresos. Su condición es inmanejable para ellos.
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El desafío
democrático: La democracia se basa en el gobierno de las mayorías y la elite
cognitiva, por definición, es minoritaria. La tentación de coartar los
premios a la elite cognitiva será (es) grande (populismo) y, por ende, el
peligro de estancamiento siempre estará (está) presente. Se ganan Gobiernos
prometiendo igualdad y se pierden Gobiernos por no conseguirla. El peligro
radica en que la mayoría puede (ya lo hace) preferir estancamiento y pobreza
con igualdad que progreso y bienestar con desigualdad. Los líderes políticos,
que pertenecen en su mayoría a la elite cognitiva saben perfectamente que el
discurso de la igualdad les conseguirá poder, o sea, su premio (el premio de
los políticos es el poder) La Izquierda política promete igualdad atacando y
coartando a la elite, la Derecha política promete igualdad ofreciendo
oportunidades para que todos puedan pertenecer a la élite. En la medida en que la desigualdad está
producida por diferencias en la inteligencia ambas promesas serán promesas
incumplidas. De ahí se sigue que la actividad política en las democracias
modernas se basa, en el peor de los casos, en una mentira o en una ilusión, en
el mejor. Lo paradójico del caso es que esta mentira o ilusión ha permitido vivir
en relativa paz. Hasta ahora. Esta es una de razones por la que la teoría de
evolución y la genética conductual son consideradas peligrosas (por el mundo
político e intelectual, incluyendo a la mayoría de los científicos sociales)
porque atentan contra esa mentira o ilusión. Es probable que, en ese sentido,
tengan razón. Lamentablemente para ellos y, quizás, para la vida democrática,
la ciencia no se puede coartar y siempre avanza. Este será uno de los mayores
desafíos que los líderes políticos tendrán que afrontar más tarde que temprano
tomado en cuenta la velocidad en que avanza el conocimiento científico
precisamente en esta sociedad del conocimiento e información: la verdad saldrá
a la luz destruyendo la ilusión de la mayoría de las personas. El desafío para
los líderes políticos consistirá en cómo guiar a la sociedad por una democracia
que respete la dignidad moral y los derechos igualitarios de todas las personas
(única igualdad posible, ya que no depende de capacidades cognitivas de las personas)
al mismo tiempo que se acepte que el progreso depende de la mantención de la
desigualdad producida por la inteligencia y que la elite cognitiva es el
recurso más valioso con que esa sociedad cuenta. La pregunta es: ¿estarán a la
altura? De la respuesta a esa interrogante dependerá el futuro democrático de
los países y sociedades. Si el comportamiento pasado sirve para predecir el
comportamiento futuro no tengo razones poderosas para el optimismo.
En la siguiente entrada, la II parte, analizaré un hecho aún más
preocupante: las razones por las cuales la inteligencia está decreciendo en el
mundo occidental y sus implicaciones para el futuro.
Eduardo
Jiménez Munné