15.10.22

 


La Convención Constituyente contra la naturaleza humana.

¿Por qué el 63% de la población votó en contra de la propuesta constitucional?

Una aproximación desde el punto de vista evolutivo

 

Eduardo Jiménez Munné

 

I.-Breve introducción natural

 

Desde hace millones de años el homo sapiens ha venido evolucionando de acuerdo con la selección natural, el mecanismo que descubrió Darwin acerca de la evolución de todas las especies. O sea, el homo sapiens actual es producto de millones de años de evolución (para ser exacto, desde la aparición de la primera célula hace 3 mil millones de años), específicamente desde la aparición de los grandes simios. Y siempre siguiendo las dos direcciones de cualquier ser viviente: sobrevivir y reproducirse. Todas las adaptaciones que una especie tiene, incluida la nuestra, son adaptaciones que sirven a ese propósito. Nos guste o no, la selección natural sucede y, siempre está sucediendo. Las mayores adaptaciones que tiene el homo sapiens moderno, o sea lo que llamamos ser humano, son adaptaciones al medioambiente de cuando éramos cazadores recolectores en la sábana africana, hace cerca de 300 mil años atrás. Esas características todavía están con nosotros y seguirán estando porque nos definen. Eso significa que el ser humano tiene una naturaleza y que no puede ser modificada a no ser que dejemos de ser humanos y nos transformemos en otra especie. A pesar de que 300 mil años parece mucho, desde el punto de vista de la evolución es apenas un suspiro. Y si bien han aparecido nuevas adaptaciones, no son ni tan numerosas ni tan fuertes que nos hayan convertido en otra especie. Seguimos siendo, de alguna manera cazadores recolectores. Muchos de los problemas modernos provienen de lo que los biólogos llaman el mismatch, o sea, la desconexión entre la mente de la edad de piedra y el mundo tecnológico que esa misma mente construyó.

 

 

 

II.-La naturaleza también es política

 

¿Qué tiene que ver todo esto con el hecho que el 63% de la población rechazó la propuesta constitucional?

Desde mi punto de vista, como pensador evolucionista, mucho por no decir todo. La evolución, siguiendo los dos imperativos de sobrevivir y reproducirse nos ha dotado de varios rasgos distintivos entre los cuales hay dos muy importantes para nuestra supervivencia y que son, también muy importantes, para contestar la pregunta del título de esta nota.

1.- El egocentrismo

2.- El tribalismo.

 

1.- El Egocentrismo: Esta característica tiene perfecto sentido en el marco evolutivo. Se selecciona los rasgos que permiten al organismo individual su supervivencia y, por extensión, su descendencia. La selección natural actúa sobre el individuo no sobre el grupo. Si sus genes no le permiten sobrevivir usted morirá y no dejará descendencia. Sus genes morirán con usted. Por eso el primer objetivo de todo ser viviente, incluido los humanos, es su propio bienestar y el de los suyos. A lo sumo, el del grupo, porque la sobrevivencia del grupo incluye la suya propia. Si bien el mundo moderno que hemos creado es un mundo muy complejo e interconectado donde todos debemos actuar de alguna manera cooperativa, el egocentrismo siempre estará en la base de nuestras actividades y objetivos. Siempre, por ejemplo, el bienestar de nuestras familias estará sobre el bienestar de otras familias o, para decirlo en términos evolutivos, no sacrificarás el bienestar de tu familia en aras del bienestar de una familia ajena. Podrás ayudarla, pero no al costo de la tuya. Cualquier medida política que persiga el bienestar de la nación pero que no te incluya a ti ni a los tuyos, o por lo menos si así lo ves tú, difícilmente contará con tu apoyo.

 

2.- Tribalismo (Animadversión a los extraños): Defender el territorio es una obligación para la mayoría de los mamíferos, incluidos nosotros. Sin territorio no hay recursos. Y sin recursos no hay sobrevivencia. Los mamíferos somos cazadores recolectores. Nuestros antepasados también lo fueron lo que quiere decir que no producíamos nada. Faltaba más de un millón de años para que inventáramos la agricultura. Así que, cualquier extraño que se acercara a nuestro territorio era un peligro potencial. Cualquier recurso que ese extraño obtuviera de nuestro territorio era un recurso menos para nuestro grupo. Vivíamos en una sociedad de suma cero. Ahora no vivimos en ella, pero como siempre, los genes todavía no se han enterado. O miramos a los extraños con suspicacia en el mejor de los casos o los tratamos con agresividad en el peor. Somos fundamentalmente tribales. Siempre necesitamos pertenecer a alguna tribu. Y para los miembros de tu tribu los ajenos a ella son siempre sospechosos. En el mundo moderno hemos luchado contra eso, pero siempre ese rasgo está presente, agazapado esperando su oportunidad. Es una de las razones profundas de las guerras y violencia. Hemos sublimado eso con las competencias deportivas entre las naciones, regiones, provincias, comunas, que son, de alguna manera las tribus modernas. Pero, el hecho de ser tribales aún ayuda a la sobrevivencia. Pertenecer a un grupo es asegurar ayuda en momentos de crisis, es lograr recursos cuando escasean, ayuda sicológica para aliviar el stress de la vida moderna. Pertenecer a una tribu significa estar unido a algo que se conoce y, por lo tanto, agrega seguridad a nuestra vida.

Resumiendo, el egocentrismo y el tribalismo son dos rasgos naturales que han contribuido a la evolución y sobrevivencia de la especie humana y que, todavía lo hacen, aunque las circunstancias exteriores hayan cambiado. Y esos rasgos, como todo rasgo evolutivo están incorporado en nuestro genoma humano. Y, por ahora, no hemos desarrollado ni el conocimiento ni mucho menos la tecnología necesaria para alterarlo de manera significativa. Y tampoco parece ser necesario pues la naturaleza ha hecho un buen trabajo durante millones de años para mantenernos vivos y adaptados de la mejor manera posible a los mundos que nos ha tocado vivir o hemos construidos.

 

 

III.-La naturaleza humana votó rechazo

 

 

El pecado original de la propuesta constitucional es que contraviene fuertemente esos dos rasgos. Mas que contravenir, los atacó. Y atacar la naturaleza no es nunca una buena idea. Veamos:

Egocentrismo:

La propuesta nunca dejó claro si se iba a respetar el derecho a la propiedad de la vivienda. El texto era ambiguo. Pero los convencionales, no. Siempre decían que la gente iba a tener derecho a una vivienda “digna” (algo nunca especificado) pero nunca aseguraron si la gente sería propietaria de ella. Incluso se incluía un sistema de arriendos estatales de viviendas. Lo que, en la práctica, significaba, además, que no sería heredable.

 

La propuesta también incluía la disposición que los fondos de pensiones iban a ser una especie de fondo común sin propiedad privada de los mismos. Incluso hubo un convencional que le dijo a la gente, en un espacio de televisión, que los fondos acumulados “no eran su platita”.  Todo eso implicaba que no sería heredables.

 

 

También se incluía disposiciones que dictaminaba que se la salud iba a ser completamente pública y que el que se atendiera en clínicas privadas debía pagar de su bolsillo el costo total porque desaparecerían las ISAPRES. Lo que en la práctica tendría por consecuencia que tanto los clientes de ISAPRES y Fonasa (el sistema público) verían afectados sus sistemas de salud.

 

Estas tres disposiciones violan el egocentrismo propio de la naturaleza humana.

 

El ser humano quiere lo mejor para él y los suyos en busca de su sobrevivencia. El cobijo es una de esas condiciones básicas de sobrevivencia. Un lugar seguro donde vivir él y los suyos. Pero para que sea seguro debe ejercer propiedad sobre él. Un lugar que le sea propio. En el mundo moderno el cobijo es lo que llamamos vivienda. La aspiración natural es la propiedad. Puede que no se logre, pero se aspira. Se trabaja para eso. Es parte del egocentrismo natural. Cerrar la posibilidad de la propiedad, la aspiración de la vivienda propia es un ataque frontal a la naturaleza humana.

Quitar la propiedad de los fondos de pensiones va en la misma dirección de la disposición anterior. La gente junta los fondos para tener la posibilidad de conseguir recursos cuando ya no pueda proporcionárselos a sí mismo y, con eso, asegurar en algo su sobrevivencia y la de los suyos y, eventualmente, dejárselos a sus descendientes para asegurarles también algo de recursos para su sobrevivencia. Pero si tus fondos no son tuyos, entonces, ya no los controlas y ni siquiera sabes si van a estar ahí cuando llegue el momento. Puede que las pensiones sean bajas, pero quieres asegurarte de tenerlas. Sin propiedad no puedes asegurar nada. Que el monto juntado no sea tuyo significa que tu sobrevivencia está amenazada. Y eso es justo lo que tu naturaleza no quiere. El egocentrismo lo rechaza.

 

Dejar sin posibilidad de aspirar a mejor salud, aunque no la logres, es el mismo caso de la vivienda, pero aquí es más grave, porque la salud es componente básico de la sobrevivencia. La gente quiere no enfermarse, pero cuando se enferma quiere sanarse. Y cuando necesita sanarse quiere la mejor administración de salud que se pueda. Otra vez, puede no lograrlo, pero quiere tener abierta su posibilidad. Siempre querrás mejor salud, no peor. Lo que la gente que no tiene acceso a buen sistema de salud quiere es mejorar el sistema que tiene. Echárselo a perder al que lo tiene bueno no le sirve para nada. Y si echárselo a perder a quien lo tiene bueno también significará que se deteriora el que ya no es bueno, es un ataque nuclear contra la naturaleza humana y su egocentrismo natural.

 

Tribalismo:

La Convención propuso el concepto de plurinacionalidad. Un concepto confuso en los detalles, pero no en su intención. Dividir el país en nueve nacionalidades que se correspondieran con su origen étnico, incluyendo “etnias” que nunca existieron en Chile. Cada una de estas nacionalidades administrarían sus propios sistemas de justicia y promulgarían leyes particulares.

Muchos convencionales demostraron desapego a las costumbres del país y a sus emblemas. Pifiando la canción nacional, reemplazando la bandera nacional por banderas de etnias o grupos de “género”. E incluso manifestaciones de mal gusto con la bandera y otros símbolos nacionales.

 

Para los chilenos, Chile es la tribu mayor, la que comprende a todas las otras. Se reconocen en sus costumbres, música, arte, geografía, historia, emblemas, lenguaje, literatura, humor, deportes, héroes, incluso hasta en sus tonteras etc. Es su identidad. Chile es la tribu en la cual todos nos sentimos representados. Nos emocionan sus triunfos y nos hacen llorar sus derrotas. Nuestros enemigos o adversarios son los grupos que están fuera de nuestras fronteras. Los chilenos nos sentimos representados por la mismas cosas que los integrantes de cualquier tribu se reconocen. Eso es una tribu. Dividir el país en nueve nacionalidades es tirar una bomba atómica al corazón de la tribu. Es crear nueve enemigos o adversarios donde antes no había ninguno. Pero el problema mayor no sería ese sino el caos que se produciría. La gente seguirá sintiéndose parte de la tribu mayor. Y seguirá aferrándose a su tribu. Las tribus no se crean ni deshacen por disposiciones constitucionales. Las tribus se crean por cientos de años de convivencia y de historia y experiencias compartidas. Las tribus se crean por una especie de “ánimo evolutivo”. Los políticos no pueden crear nada (Yugoeslavia fue creada como un ensamblaje por Tito, cuando éste falleció se desmembró rápidamente, con guerra incluida, y se volvió a las tribus originarias). El homo sapiens es una especie social y las tribus son los átomos que la constituyen. El tribalismo es un rasgo natural muy porfiado.

Denostar símbolos, íconos, ceremonias de la tribu a la cual perteneces nunca será una buena idea. Siempre resta, nunca suma. Se pueden crear símbolos nuevos y nuevas ceremonias siempre que no desplacen o denigren las ya existentes. El tribalismo es una especie de sentimiento colectivo que se expresa justamente en sus símbolos, ceremonias, costumbres etc. Y menospreciarlos o insultarlos, que fue lo que en algunos casos se hizo, es menospreciar e insultar a cada uno de los integrantes de la tribu, o por lo menos la mayoría. Insultar a la tribu, Chile, es insultar a cada uno de sus integrantes, los chilenos. Y, sobre todo si quién lo hace es un integrante de ella, otro chileno. Para nuestra mente de cazador recolector, es un traidor. Y los traidores no sobrevivían. Eran una amenaza a la sobrevivencia grupal e individual. Definitivamente nunca fue una buena idea.

 

 

 

IV.- La naturaleza humana, la guía infalible

 

Entonces, ¿por qué el 63%, la inmensa mayoría, de los ciudadanos chilenos votaron rechazo a la propuesta constitucional? Simple, porque como creo haber demostrado, propuestas substanciales violaban características básicas de la naturaleza humana. La gente no tiene por qué saber que existió Darwin ni nada sobre la evolución por medio de la selección natural ni mucho menos de genética para saber qué les conviene o no. La naturaleza humana es una guía infalible. Si los políticos se ciñeran a ella, el mundo sería un lugar bastante mejor que el que tenemos. Pero el delirio de poder de los políticos es tan alto que creen que pueden alterar las leyes de la naturaleza. No pueden, pero insisten y así es como nos va. En Chile, en esta tribu, los ciudadanos les acabamos de dar una lección. Pero ya se ve que no aprenden.

 

 

 

 

 

 

 

12 Octubre, 2022